Banana / Bobiné / La bolita

 

¿Cómo recuerdan haber conocido la pegajosa canción «Banana»? ¿Por Banda Blanca o por Garibaldi? Quizás les resulte difícil recordarlo, porque ambas grabaciones son casi contemporáneas. Lo que es yo, recuerdo haber escuchado primero esos metales llenos de ritmo contagioso de los hondureños (1991), aunque la canción de Garibaldi ya llevaba un tiempo grabada (1990). ¡Y es que la música llegaba a mi Ocoa natal solo con el tiempo!

¿Por qué darles una vuelta a estas canciones? Bueno, en primer lugar, porque tienen su espacio propio en el inconsciente musical de toda una generación. Aborrecida por muchos y bailada por todos. Es innegable que su ritmo es total. Además, porque la imagen de la banana y de la bolita que sube y que baja ha resultado tener una fuerza sugerente que no se aminora con el paso del tiempo, aunque pasen miles de canciones más desinhibidas. Y bueno, también porque tiene esas misteriosas palabras para el oído castellano que hemos imitado a la que te criaste tantas veces en pleno baile.

Pero resulta que esta cancioncilla fiestera y sudorosa tiene una misteriosa e intertextualizada historia hacia atrás. ¡Y no una, sino tres! De hecho, junto al de Pandora sobre Juan Gabriel, probablemente estemos frente al popurrí más famoso de toda Latinoamérica.

 

En 1991, Garibaldi cantaba mexicanas like it y Banda Blanca panameñas like it. La versión mexicana presentaba una letra más osada («banana duro, banana tieso, banana travieso, banana perverso») que la versión punta («banana dulce, banana sabrosa, banana rica, banana buena»). Igualmente, la versión mexicana era más marcadamente trilingüe que la hondureña (inglés, español y creole). El asunto es que es la versión de Garibaldi la que respeta más fielmente sus antecedentes directos, que resultan ser varios. Yendo para atrás, nos encontramos con una grabación de 1989, aparentemente muy conocida en Centroamérica y Venezuela, y proveniente de Republica Dominicana a cargo de los estrambóticos Altamira Banda Show. Estos dominicanos, más cercanos al merengue que a la punta, tenían como voz principal a Luis Terrado, aparentemente más deseoso de cantar un buen rock duro que los éxitos tropicales que iban imponiendo.

Ellos, a su vez, habrían versionado esta canción de una colombiana, y más específicamente de la disputada isla de San Andrés. En 1987, y en ritmo de calipso, tenemos esta versión llena de reverberación exquisita, obra y gracia de Rebels H. B., toda una institución dentro de la historia de la música de San Andrés. Por lo visto, su canción fue un verdadero hitazo, dada la cantidad de covers que recibió en tan pocos años. En retrospectiva, hasta acá podemos encontrar versiones tal como las conocimos con Garibaldi y Banda Blanca, digamos, con sus tres idiomas y sus tres momentos: la sección banana, en inglés; la sección bobiné, en lengua creole; la sección bolita, en español. ¿No es todo eso, acaso, una muy entretenida muestra del sincretismo cultural histórico del Caribe y Centro América? Para mí, el asunto ya está de lo más sabroso.

Pero aún hay más. Resulta que cada una de esas secciones tiene su propia fuente alimentadora. Es decir, la canción que hoy bailamos es, a su vez, la suma de tres temas. Uno de ellos, por supuesto, el de la banana, proveniente de una canción homónima en ritmo de calipso del Panamá de los años 60. Tirando el hilo hacia atrás, nos encontramos con Lord Cobra como intérprete. Aunque la melodía no es completamente la misma que luego se generalizó, toda la letra pícara y sexuada está ahí ya en su forma y sentido. ¿Vendrá esta versión, a su vez, como eco de melodías y cantos más antiguos? Vaya uno a saber. Por el momento, podemos llegar hasta Panamá escarbando por este lado del camino.

El otro tema es el de Bobiné. Y aquí el espacio geográfico se amplía aún más. En 1975, el maestro del merengue dominicano, Johnny Ventura, nos narra en su canción, «Bobine», que al llegar a una fiesta se puso a bailar un merengue haitiano cantado en creole. ¿Qué es lo que se había puesto a bailar Johnny Ventura? Bien podría haber sido la versión contemporánea de Los Diplomáticos de Haití, cantada solo en creole, aunque con una breve explicación en español de lo que sería bobiné («un juego») en el minuto 2:33. Es evidente la relación de la palabra con bobina y, por lo tanto, con energía. Algunas versiones de la letra que se pueden encontrar en internet parecen indicar que se trataba de un juego en que se iban nombrando distintas personas (entre ellos, músicos isleños de la época). Mi creole no me da para entender nada más… Los Diplomáticos, banda haitiana, estaba compuesta en realidad por músicos binacionales, haitianos y dominicanos. Hay, eso sí, una versión anterior, de 1972, de músicos solo haitianos, llamados Les Embassadeurs, de un suavizado y eléctrico ritmo, más cercanos, si se quiere, a la música sesentera de los soundsystem. Les Embassadeurs, sin embargo, tampoco son los creadores de la letra y melodía. Esta parece venir de las Antillas Francesas, unos años antes, cuando Georges Plonquitte, comandando su grupo Typical Combo de Guadalupe, habría compuesto la canción en creole y grabado la primera versión, con vientos y un órgano antológico, tan propio de las canciones del caribe profundo y sonoro. Lamentablemente, esa versión actualmente no la encuentro en las plataformas de música, y solo se puede acceder a un popurrí de canciones que la incluye, grabado años después, ya con otro sonido e instrumentación.

¿Y de dónde salió, finalmente, «yo tengo una bolita que me sube y me baja»? Recordemos que esta canción viene cantándose al menos desde 1987 con esta juntura de las tres partes. En los 90s, por su parte, La Sonora Dinamita la desprende de su posición central en «Banana» y la hace dialogar con el otro gran éxito de Garibaldi por esos años («Que te la pongo»). ¿De dónde sacaron la idea?

Lo cierto es que la primera vez que publiqué esta entrada, no había dado con la hebra de la bolita; sin embargo, los gentiles lectores del blog me dieron a conocer, a través de los comentarios, la canción «Por un maní». Más allá de algunas versiones noventeras, hacia atrás nos encontramos con las importantes versiones de Francisco Damirón (a quien se le atribuye la autoría) junto al Negrito Chapuseaux, la dinámica y entretenida versión de Los Melódicos y una versión en clave de mambo a nombre de Carlos Pizarro y fechada en 1961, entre muchas otras.

¡Cuántos territorios, tradiciones, ritmos e idiomas nos ha hecho recorrer el versionado popurrí que conocemos como «Banana»! ¿Por qué, en algún momento, se juntaron las tres tradiciones, en una sola canción? Solo puedo especular que la mixtura resulta un ejemplo más del sincretismo que anda revolviéndolo todo en cada rincón de nuestras tierras, tan llenas de culturas y herencias en interacción. Y a veces esas tradiciones se mezclan y a veces se vuelve a diferenciar. En pleno 90s, por ejempla, otro merenguero dominicano, Toño Rosario, versionó su propia «Bobiné», en tono menor y prácticamente sin uso del español. ¿Acaso él la escuchó a partir de otra fuente, de otro recorrido sonoro?

¡Tanta historia detrás de una canción en apariencia tan banal! Por eso la panamericana caribeña es una ruta llena de sorpresas y aventuras sonoras. Basta escarbar solo un poquito y aparece todo un mundo que está ahí esperando ser escuchado, bailado y compartido. ¡Incluso, de la pícara «Banana»!